Los argentinos tienen que dejar de manejar su economía por cinco años: el audaz Plan Dornbusch y la crisis del dólar

Rudiger Dornbusch fue un economista estadounidense (pero nacido en Alemania) de renombre. Amigo de muchos colegas argentinos, Rudi, como le decían, fue uno de los economistas que mejor explicó, a nivel mundial, la relación entre tipo de cambio y precios en las estabilizaciones de las economías cuando las fluctuaciones de las monedas y los flujos de capitales causaban disrupciones a la salida del esquema de Bretton Woods en los 70. Todas esas discusiones quedaron saldadas en la vida real cuando el mundo y los países derrotaron la inflación pero no, como se sabe, en la Argentina. No todavía. Y antes de explicar por qué, también vale la pena decir que Dornbusch fue famoso entre generaciones de economistas que no lo conocieron pero aprendieron leyendo su manual Macroeconomía, que escribió junto a Stanley Fischer. Ambos eran economistas del prestigioso Massachusetts Institute of Technology (MIT según sus siglas en inglés), una de las escuelas top en economía a nivel mundial.

Los argentinos tienen que dejar de manejar su economía por cinco años: el audaz Plan Dornbusch y la crisis del dólar
Los argentinos tienen que dejar de manejar su economía por cinco años: el audaz Plan Dornbusch y la crisis del dólar

En marzo de 2002, cuando los dólares de las personas seguían atrapados en el corralito en la Argentina, el tipo de cambio había saltado 300%, la inflación corría al 4% mensual (después de años de deflación) y Eduardo Duhalde estaba por recibir al secretario de Estado del gobierno de George W. Bush, Colin Powell, Dornbusch lanzó públicamente un plan para ‘rescatar’ a la Argentina que consistía, básicamente, en intervenir el gobierno argentino con un equipo de economistas extranjeros que asumiría el manejo de áreas críticas como el control del gasto público, la emisión de pesos y la administración tributaria. El trabajo data del 3 de marzo de 2002, se titula Argentina: a rescue plan that works (Argentina: un plan de rescate que funciona) y fue firmado, además de Dornbusch, por otro economista del MIT, el chileno Ricardo Caballero. Caballero da hoy clases en el MIT.

“Argentina está quebrada económica, política y socialmente”. Decían que el país carece de la reputación, la credibilidad de la palabra oficial está dañada, el Gobierno no logra restaurar un funcionamiento homogéneo y la cohesión social aún no se ha restaurado tras los sucesos de diciembre de 2001. Bajo ese manto, las instituciones quedaron dañadas y las reformas que hacían falta para darle más flexibilidad al sistema de tipo de cambio fijo como suponía “un peso igual a un dólar” de la convertibilidad, requería ahora dar un paso más: la Argentina debía realizar reformas y que manos extranjeras tomen el control y la supervisión del gasto, la emisión de moneda y la administración de los impuestos “por un período extenso, digamos unos cinco años”. Y agregaba: “Más dinero del FMI sin una intrusión profunda y cambio de reglas no va a prevenir al país de su autodestrucción”.

Dornbusch-Caballero decían que “una batalla distributiva sin sentido se está llevando a cabo, una entre los trabajadores y los ricos, entre los que tienen su dinero atrapado en el banco y quienes lo sacaron a Miami, entre las provincias y Buenos Aires, entre empresarios y sindicalistas o entre los inversores y un país que busca no cumplir sus obligaciones para mantener cierta normalidad”.

¿Y la posibilidad de un gran acuerdo nacional, una coalición, que la política cumpla su rol como los economistas no pueden hacer?

Bueno, Dornbusch-Caballero consideraban que “es imposible llegar a un acuerdo nacional, porque nadie cree en nadie y no hay grupo de poder que pueda confiar el timón a otro para salir de la crisis”. Por eso estaban convencidos de que la Argentina debía someterse a una ayuda- intervención internacional como la que se hizo cargo de Austria al final de la Segunda Guerra. “Aquello funcionó. Y es lo que debe aceptar hacer la Argentina. Un equipo de experimentados banqueros extranjeros debería tomar el control de la política monetaria. Y los pesos no deberían ser impresos en el país”, dicen. Y concluyen: “No hay escapatoria a que la solución es una radical intrusión externa”.

La solución Dornbush trae un poco a la memoria la de Luis Barrionuevo en “Hora clave” con Mariano Grondona cuando en 1990 dijo “tenemos que dejar de robar por lo menos dos años”. Ese tipo de pensamiento que trae la solución a décadas de estancamiento, volatilidad y malos diagnósticos de qué hace falta para que la economía avance en lugar de retroceder. Pero también el plan Dornbusch tiene cierta reminiscencia a la intervención actual del Tesoro de Estados Unidos en el mercado de cambios único y en el financiero para resguardar el régimen de bandas cambiarias, como también en un plan coordinado con los bancos para recomprar deuda y cambiar los actuales bonos soberanos argentinos por un nuevo set de activos, algo que muchos se aventuraron a llamar nuevo plan Brady y donde bancos como J. P. Morgan, Goldman Sachs, Citi, entre otros, estarían involucrados.

Dornbusch falleció y Caballero hoy trabaja en el MIT. No respondió la consulta de Clarín. En 2002 la Argentina equilibró sus cuentas y en 2003 bajó la inflación. Por cuenta propia.

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