I Feel Good, el superclásico de James Brown que cumple 60 años y volvió a sonar en la política argentina

En la que tal vez haya sido la reunión política más importante del año, Javier Milei eligió entrar al Salón Eva Perón con I Feel Good, el superclásico de James Brown.

I Feel Good, el superclásico de James Brown que cumple 60 años y volvió a sonar en la política argentina
I Feel Good, el superclásico de James Brown que cumple 60 años y volvió a sonar en la política argentina

Casualidad o jugada pensada, el Presidente presentó su nuevo gabinete al ritmo del grito más famoso del soul, justo cuando se cumplen sesenta años del lanzamiento de una de las canciones más pegadas a la historia del rock y del siglo pasado.

La escena tuvo una sincronía casi cinematográfica: cuando toma del brazo al senador electo y aún ministro de Defensa Luis Petri, suena el fragmento imbatible en el que Brown aúlla, acelerado: “When I hold you in my arms…” (“cuando te tengo entre mis brazos”).

Esta es la historia de la canción que James Brown grabó dos veces para dejarla inmortal. La que sigue marcando el beat de los triunfos, las vueltas y las segundas oportunidades.

James Brown: el Padrino del Funk o «El hombre más trabajador del espectáculo», como se definía: Foto: Reuter
Cómo James Brown creó I Feel Good y cambió el rumbo del soul

“Copié todos sus movimientos”, confesó alguna vez Mick Jagger.

Y los propios Led Zeppelin solían incluir el hit de Brown “Sex Machine” en medio de sus giras norteamericanas, reconociendo influencia y legado. Mucho antes de Prince, Stevie Wonder o Michael Jackson, James Brown ya había marcado el paso.

Poco después de que Live at the Apollo -lanzado en 1963- se convirtiera en uno de los discos en vivo más potentes de la historia, y mucho antes de que sus gritos de funk y soul fueran el combustible del hip-hop, de Bruno Mars o del pulso rítmico de Dave Grohl post-Nirvana, el que ya era el Padrino del Soul tuvo una idea: regrabar una canción que su sello había descartado.

James Brown en escena. Puro ritmo. Foto: EFE

Peor… no eran tiempos fáciles para ser un músico negro en los Estados Unidos.

Aunque artistas como Nat King Cole ya habían abierto camino y llevado la música afroamericana al gran público, la industria seguía marcada por la segregación. Hasta hacía apenas unos años, los discos de artistas negros se editaban bajo la etiqueta “Race Records” -literalmente, “discos de la raza”… la «raza» negra, claro-, una categoría separada del mercado “blanco” que incluso tuvo su propio ranking en Billboard (y vigente hasta 1949).

El término desapareció, pero la frontera cultural siguió apenas maquillada. Pasarían algunos años más hasta que Brown tuviera el micrófono para gritarlo sin rodeos: “Say it loud: I’m Black and I’m Proud”. O en argentino: «Gritalo bien fuerte: soy negro y estoy orgulloso». Declaración que sonó en los clubes, en las radios y en las calles.

El hit que casi no fue: la segunda toma que cambió todo y el origen del funk

A fines de 1964, James Brown grabó una primera versión de I Got You para Smash Records. La canción incluso apareció en la película para adolescentes Ski Party: Brown y The Famous Flames hacen playback en escena, su grupo vocal original, los mismos que lo acompañaban desde otro hit, Please, Please, Please.

Pero King Records, con quien Brown aún tenía contrato, interpuso una orden judicial: la canción se retiró del mercado. Brown quedó en el limbo. Pero por poco tiempo: ahora sabría cómo convertirse él en el rey de la música, más que los sellos a los cuales estaba atado.

En mayo de 1965, volvió al estudio -Criteria Studios, en Miami- y la regrabó como la conocemos: vientos y metales al frente, efervescente solo de Maceo Parker, y ese énfasis en el primer golpe del compás, marca rítmica y registrada que Brown venía puliendo y que se convertiría en la base del funk.

La nueva toma lo convenció de inmediato, y Syd Nathan, dueño de King Records, reservó la sesión y lanzó el sencillo definitivo: I Got You (I Feel Good).

James Brown, en 1975, cantando en el Olympia de París. Foto: AFP

Aunque otros temas de artistas negros triunfaban en esos años -como In the Midnight Hour de Wilson Pickett o “My Girl” de The Temptations-, ninguno logró un salto tan directo al pop mainstream como lo consiguió I Feel Good.

Brown no solo firmó un éxito monumental: marcó un antes y un después en la música afroamericana que las radios “blancas” ya no pudieron seguir ignorando.

Impacto inmediato: el tema entró en Billboard el 13 de noviembre de 1965, alcanzó el #3 en el Hot 100 y el #1 en R&B (durante seis semanas no consecutivas). Sesenta años después, sigue siendo su mayor cruce pop; en 2013 fue incorporado al Grammy Hall of Fame.

¿Y el contexto? Estados Unidos ardía por la lucha por los derechos civiles; la música negra empujaba la puerta de la radio mainstream. I Feel Good sonaba a fiesta, sí, pero también a afirmación corporal y política: un cuerpo que entra a la pista y ocupa espacio. No pedía permiso: entraba en el uno… y todo el mundo lo sentía.

En ese mismo 1965, sólo otro músico afroamericano rompía una barrera desde otro frente: Louis Armstrong, con su disco Hello, Dolly! (que confesaría que siempre le pareció una canción simple y tonta), había alcanzado el #1 del Billboard el año anterior (1964).

Fue una excepción dentro del jazz, un oasis en una industria todavía cerrada. Brown, sólo un año después, empardó ese logro desde un género más visceral y joven: el soul-funk. Lo suyo no venía del club elegante, sino del ritmo de la calle. Y eso lo hizo todavía más imparable.

«Gritalo bien fuerte: soy negro y estoy orgulloso», la declaración de principios de James Brown. Aquí, en un show de 1971.
De los escenarios al poder: el símbolo de «I Feel Good»

Después de su lanzamiento en octubre de 1965, I Got You (I Feel Good) dejó los clubes nocturnos, dejó el gueto y hasta la discriminación. Empezó a subir a los escenarios más grandes, a los programas de TV donde James Brown bailaba como descarga eléctrica

Más tarde, en el cine: suena en Reencuentros (The Big Chill), en la escena del reencuentro entre viejos amigos; en Good Morning, Vietnam sobre la voz de Robin Williams y volvió con El diario de Bridget Jones.

Y también llegó a la política. Cuando Javier Milei activó -quizás sin buscarlo- un símbolo que nació en la vereda opuesta: el de un músico negro que convirtió su esfuerzo en ritmo y su ritmo en orgullo. I Feel Good no fue escrita para los que ganan siempre, sino para los que aprenden a celebrarse aunque el mundo se les ponga en contra.

Sesenta años después: por qué sigue sonando «I Feel Good»
Con «I Feel Good», James Brown se coronó como el mayor exponente del soul en los Estados Unidos. Foto: EFE

La canción se sostiene porque tiene cuerpo. Los vientos entran como una sirena encantadora, el bajo -ese pulso básico y letal en la música de Brown, con Bootsy Collins entre sus figuras- empuja, y el propio Brown marca el ritmo: la acentuación ground zero del funk. I Feel Good es inmediata: te mueve antes de que pienses.

De ahí nació todo lo que vino después: Papa’s Got a Brand New Bag, Sex Machine, Funky Drummer; la línea directa que une el soul con el hip-hop moderno.

El grito de Brown fue sampleado miles de veces -de Public Enemy a Beyoncé- y todavía aúlla en publicidades cuando un creativo se queda anémico.

James Brown, aquel chico pobre de Georgia que empezó lustrando zapatos, terminó dueño de su sello, de emisoras de radio y de su propio mito. Un poco como Gardel: el hombre que salió del barro y terminó cantado por todos.

Sesenta años después, su voz sigue sonando como un recordatorio: sentirse bien no es un lujo, es un derecho ganado a pulmón.

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